La desigual distribución de
los recursos hídricos ha planteado la posibilidad de una política de
transvases, al derivar agua de un río a otro. De echo el abastecimiento de
ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Murcia, Alicante, Sevilla o
Cádiz depende de pequeños transvases de aguas y de complejos sistemas de
distribución.
Para llevar a cabo grandes
transvases son necesarias obras hidráulicas que, en ocasiones, encuentran una
fuerte oposición De echo, de los proyectos existentes, únicamente se cumplió la primera fase del transvase Tajo-Segura. La
conducción de agua a gran distancia requiere costosos trabajos de ingeniería y
de bombeo, y se pierde mucho agua por evaporación.
Por otra parte, la cesión de
caudales de un río a otro puede producir cambios en los acuíferos, limitaciones
para ampliar el uso del agua en las cuencas fluviales de origen, y también
producir cambios en el aporte de sedimentos. Parece que se ha abandonado el polémico
Plan Hidrológico Nacional que proponía una serie de medidas entre las cuales
destacaba el transvase de caudales del Ebro hacia las tierras deficitarias de
agua de Levante y del Sur
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