Este gráfico nos muestra la distribución de la industria en
las diferentes ciudades de España. La industria es la actividad humana
destinada a transformar diversos tipos de materias primas en productos
destinados al consumo de la población o a la fabricación de otros productos, a
los que se identifica como manufacturas. Obtenidos durante muchos siglos de
forma artesanal, su producción se aceleró y diversificó a partir de las
sucesivas revoluciones industriales de la era contemporánea.
España se incorporó tardíamente a la primera revolución
industrial del siglo XIX, que sólo alcanzó a algunas comarcas de Cataluña, el
País vasco o Astúrias, especializadas en actividades textiles o minero-metalúrgicas.
A partir de los años sesenta del siglo XX, España se convirtió ya plenamente en
un país industrializado y desde entonces ha reforzado esa posición.
En la actualidad, España ocupa el octavo lugar
entre las potencias industriales del
mundo por el valor de la producción obtenida. Dentro de la Unión Europea, sólo
se sitúa por detrás de Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Pero los dos
países más industrializados del mundo son Estados Unidos y Japón, mientras
otros asiáticos como China, Corea del Sur o India están entre los que ahora
crecen con mayor rapidez, junto con Rusia, que parece haber superado la grave
crisis de los años 90. En los últimos años se produce la llamada
deslocalización, con el traslado de empresas desde los antiguos a los nuevos
países industriales, con costes laborales más bajos, pero también una población
cada vez más cualificada
De todos modos, la evolución sectorial del empleo en España demuestra que la importancia
relativa de la industria se reduce desde hace tres décadas, ante el rápido
crecimiento de los servicios, aunque sigue generando muchos más puestos de
trabajo que el sector agrario. Aunque eso no significa que haya disminuido la
producción obtenida, pues aumenta con rapidez la productividad industrial por empleado, debido sobre todo a las
mejoras tecnológicas (mecanización, automatización…) y a una mejor organización
del trabajo en las empresas.
La distribución espacial de la industria en España refleja
grandes contrastes, tanto por lo que se refiere a las personas ocupadas, la
producción obtenida o las inversiones de capital que deben hacer las empresas
para comprar y renovar su maquinaria e instalaciones, adquirir las materias
primas, pagar los salarios, etc. Esa desigual localización no es casual, sino
que se relaciona con la presencia de factores que atraen a las empresas hacia
determinados territorios y no hacia otros: buenas comunicaciones, recursos
naturales, áreas urbanas con mucha mano de obra y capacidad de consumo, cultura
empresarial, etc.
Las principales concentraciones industriales en España están
en las provincias de Barcelona y Madrid, que suman en conjunto más de una
tercera parte de los ocupados y la inversión industrial en España. Les siguen
en importancia algunas provincias situadas en el eje del Ebro (Zaragoza,
Navarra) y las del País Vasco, junto a otras localizadas en el eje del
Mediterráneo (Valencia, Alicante…) y Sevilla. Por el contrario, la menor
industrialización corresponde a los dos archipiélagos y a buena parte de las
provincias interiores, con algunas excepciones como Valladolid, Burgos o
Toledo.
Como contrapartida, las regiones más
industrializadas son también las que generan mayor cantidad de residuos peligrosos, sobre
todo aquellas que se especializan en actividades de mayor riesgo por los
productos o procesos que utilizan, como la sidero-metalurgia, la química básica
y la petroquímica
Pero los procesos de deslocalización hacia territorios con
menores costes (del suelo, de los salarios, etc.) están cambiando en los
últimos años esa distribución. La evolución del empleo industrial muestra que las áreas más dinámicas en
la creación de esos empleos ya no son las de mayor tradición y volumen
industrial, que en su mayoría pierden ahora puestos de trabajo, sino otras del
interior peninsular y de otras provincias con escasa presencia hasta ahora de
esta actividad.
En cambio, las regiones más desarrolladas del país siguen
concentrando aquellas industrias con mayor capacidad de innovación y productividad
(electrónica e informática, farmacéutica, aeronáutica, fabricación de
vehículos…), que exigen ciertas condiciones para su localización: trabajadores
con buena formación, servicios especializados (de ingeniería, consultoría,
informáticos…), centros de investigación, etc. Por eso, la distribución del
gasto de las empresas enactividades innovadoras según Comunidades Autónomas vuelve a
mostrar la hegemonía de Cataluña y Madrid, frente a su escasez en regiones
interiores o del litoral cantábrico, especializadas en actividades que gastan
menos en innovación (alimentación y bebidas, confección, calzado, metalurgia,
etc.).
Dentro de la actividad industrial, el sector energético
tiene hoy especial importancia. Por una parte, la producción y el consumo de
energía se relacionan con el desarrollo económico de los países. Por otra,
algunas formas de producción energética generan fuertes impactos y riesgos
ambientales, por lo que resultan cada vez más necesarios planes para aumentar
el uso de energías renovables y no contaminantes. Como la industria es -junto
con los hogares- su principal usuario, la distribución del consumo de energía eléctrica se relaciona muy directamente con el
de las fábricas, así como la localización de las mayores aglomeraciones
urbanas.
Finalmente, al analizar la generación de electricidad según fuentes, se comprueba la alta
dependencia de España respecto al consumo de combustibles fósiles y no
renovables. Por eso se realiza hoy un esfuerzo en el desarrollo de energías
alternativas, entre las que destaca la energía eólica por su rápido crecimiento en la última
década